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domingo, 8 de mayo de 2011

Nuestra propia carcel


“Oh, Dios mío, sólo os pido un favor y, a pesar de mis plegarias, no me lo concedéis: esta gracia, este insignificante favor, sería, oh, Dios mío, que no elijáis a mis guardianes entre hombres todavía más viciosos que yo y que no entreguéis a un hombre capaz de cometer únicamente pecados nimios e intrascendente a la gentuza envalentonada que, burlándose de vuestras leyes, disfrutan lo indecible al transgredirlas a todas horas.”
(“Plegaria nocturna a Dios”, prisión de Vincennes 1782)


En estos días no dejo de pensar que, como Sade, habito en una terrible cárcel que, aunque no tiene barrotes, no me hace por ello menos prisionero.
Puede que todos los seres humanos estemos condenados a no ser libres pues amar la libertad nos lleva a comprender que es un anhelo inalcanzable.
Solo hay dos maneras de controlar las pasiones, tratar de dominarlas o satisfacerlas y mientras, en esta lucha las cadenas nos oprimen.
El inefable clero decidió el  camino de la castidad, del dominio de las pasiones y ... disfrutó de los niños de los seminarios con una tiranía propia del mundo sadiano. Por buscar lo imposible, cayerón en lo inevitable: disfrutaron de sus pupilos por delante y por detrás.
Pero la satisfacción total tampoco es posible pues, tarde o temprano, el camino hacia los pozos más profundos se nos antoja infinito.
Cada uno se pone sus propias barreras y con ello, crea sus propias prisiones más o menos grandes.
Los sentimientos más nobles y los más bajos caminan de la mano dentro de nosotros, el amor y el odio son fuerzas de igual potencia. Quienes hemos tratado de amar sin límites debemos odiar igualmente sin limites, es lo único que nos hace sentir la vida en el pétreo corazón que nos queda. El amor es un hermoso sueño del que se despierta con la verga tiesa y el corazón vació.
Rousseau señaló eso de que: “el hombre es bueno por naturaleza y la sociedad le corrompe”, en parte puede ser cierto, pero...¿qué hombre no vive en sociedad?. Voltaire nos señaló que: “ La sociedad no elimina la barbarie, solo la perfecciona”.
“Homo homini lupus”. Como Hobbes, creo que la humanidad se divide en dos clases de personas, los lobos y las ovejas. Unos sirven de comida, son simples medios para los personales fines de los otros, y en este mundo postmoderno esta verdad es irrefutable. Si debo elegir bando; me quedo con el de los lobos, las ovejas me parecen unos animalitos de lo más estúpido.

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