Seguidores

sábado, 16 de julio de 2011

Nudistas.


“Tomo, pues, de su fruto y comió; dio también de él a su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. Entonces se abrieron sus ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; cosieron una hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos” (Génesis 3-7)

En estos días de vacaciones, sol y playa me he decidido a escribir unas líneas sobre mis pensamientos en torno al nudismo y en general al desnudo como forma de contacto con la naturaleza.
Parto de mi ignorancia sobre la historia del nudismo, pero desde un pensamiento medianamente liberal, uno no puede dejar de simpatizar, admirar y envidiar a sus practicantes.
¿Qué hay más placentero que el contacto directo con la naturaleza , sentir en viento, el sol y el agua como acaricia el cuerpo sin barreras textiles de por medio?. ¿Quién no a experimentado o sentido la tentación en un apartado lugar de desnudarse y liberar junto al alma el cuerpo?.
Igual que nuestras mentes visten sus pensamientos con prejuicios que las dan calor y abrigo, así el hombre cubre su cuerpo con ropa para abrigarse, no solo del frió sino de la mirada de los demás.
Nada hay menos lascivo y erótico que un cuerpo desnudo, pues no dejando nada a la imaginación todo recupera el estado natural de las cosas; desnudos todos somos mucho más iguales que vestidos. El vestido se ha convertido en una especie de “plumas de pavo real” que sirve para ponernos un status social, un carácter e incluso para proclamar nuestra ideología y nuestra forma de pensar.
Al desnudarnos en una playa o en un río, junto a la ropa dejamos también la imposición social y las vanas apariencias, desnudos somos nosotros libres, sin prejuicios y sin limitaciones.
El nudista es por naturaleza un ser moral de pensamiento cristalino dispuesto a disfrutar de la libertad, dispuesto a volver a ese mítico paraíso perdido. Por el contrario, el mirón, el voyeur es la muestra evidente de donde la represión y la corrupción moral pueden llevar al hombre.
Ángeles y demonios en estos días cohabitan en las playas, y mientras unos rompen su cadenas otros las aprietan más fuerte.
No me gusta la represión legal en ninguna de sus formas pues creo que es el hombre y no el Estado, es quien tiene que tomar sus propias decisiones para establecer sus limites y desarrollar sus ideas. Pero mientras el nudismo y el naturismo nunca deberían ser prohibidos ni exceptuados de ninguna playa o lugar natural, los mirones y voyeur si lo deberían de ser. El que ahora sea todo lo contrario muestra bien a las claras el pervertido orden de valores que tenemos; esta sociedad sigue enferma y acomplejada, y la revolución sexual que se pretendió hacer en los años 60 del siglo pasado, esta muy lejos de poder triunfar.
El voyeur de playa muestra su corrupción, su miseria moral al mundo entero; su mente trabaja en la oscuridad de un alma atormentada quizás por la represión, por los complejos o simplemente por no estar bien follado. Es a estos individuos a los que se debería multar y perseguir, pues son ellos los peligrosos.
¿Qué puede haber de malo en que un menor vea un cuerpo desnudo en una playa?. Un simple anuncio de televisión es cien veces más erótico, y ocultando la naturaleza de las cosas, lo único que se consigue es pervertirla.
En este campo reconozco que soy de los pervertidos, pues mi cultura y educación judeo-cristiana me imposibilitan ejecutar mis pensamientos. No renuncio a practicar el nudismo, pero también debo confesar que, hasta que llegue a acostumbrarme, el como controlar mi erección en la playa será un serio problema.
El hombre comió la manzana del árbol del bien y del mal; el pensamiento libre por naturaleza también tienen sus oscuridades, pero volver a la primigenia pureza me parece un hermoso sueño aunque solo sea durante unas horas en la playa.
Adan y Eva en todo caso fueron unos cretinos, deberían haber comido del “árbol de la vida”; ahora iríamos desnudos, no tendríamos prejuicios y además viviríamos eternamente...

martes, 12 de julio de 2011

Sexo y revolución

“Ejerced, por el contrario, procedimientos diferentes, imponed sobre esos objetos de la lujuria pública las ridículas trabas antiguamente inventadas por la tiranía ministerial y por la lubricidad de nuestros sardanápalos: el hombre, que pronto se volverá tan agriado como su gobierno, celoso del despotismo que os verá ejercer de manera absoluta, se sacudirá el yugo que le imponéis y cansado de vuestro modo de gobernarlo, lo cambiará, como acaba de hacerlo.” (Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos-El marqués de Sade)


Cada vez creo más que el sexo, si no mueve el mundo, si mueve una gran parte del mismo. La satisfacción sexual es un anhelo eterno, pues inmediatamente después del orgasmo y pasado el “reposo del placer” los deseos empiezan a inflamar nuevamente el alma y recuperadas la ganas, todo comienza de nuevo.
Desde la masturbación, pasando por la prostitución el ser humano encuentra infinitos caminos a la hora de satisfacer ese volcán interior de deseos que le inunda.
Coincido en señalar que un hombre satisfecho sexualmente es con independencia de otras facetas de su vida un hombre satisfecho y con ello “socialmente” poco peligroso.
Si estoy satisfecho no tengo razones para tratar de cambiar, pues estoy donde quiero estar.
En nuestra sociedad hemos vivido un tiempo de amplia satisfacción sexual, donde rotos los viejos corsés y miedos, se ha permitido aparentemente su pleno disfrute. Pero la libertad sin educación degenera en pueriles simplicidades; a los políticos les ha interesado que follemos, pero no que pensemos, y follar sin pensar es tan prosaico que hasta los perros nos llevan ventaja en estas lides.
Si un humano “bien follado” es normalmente un ciudadano tranquilo y cumplidor de las leyes, un insatisfecho es por naturaleza un revolucionario. Las pulsiones sexuales pueden no volcarse en el sexo, y aunque desconozco los caminos que llevan a ello, pueden terminar satisfechas en otros ámbitos vitales que nada tienen que ver con su primitiva creación.
Ejemplos de personajes históricos hay muchos pero el más paradigmático es el de Maximiliano Robespierre; fue lider de una revolución que pretendía alcanzar la libertad, y no vacilo en aplicar la guillotina de forma sistemática para el sostenimiento de unos ideales que en los medios, estaba traicionando. Un casto varón que en el fondo era un reprimido sexual y que decidió en su estrecha y puritana moral que todos debían seguir su ejemplo. Es curioso, pero los años del Terror 1793-94 si los comparamos con los del “ancien regime” son infinitamente mucho más represores en lo sexual. La libertad política llevó a la represión sexual mientras la tiranía permitía una amplia libertad sexual “bajo cuerda”
El marqués de Sade fue encarcelado no por sus practicas sexuales, más o menos comunes en su época, sino por la indiscreción de hacerlas públicas. En una tiranía la hipocresía es consustancial, se admite todo sin más molestias, salvo que trascienda al público.
Es la vieja Europa consideramos excesivo el puritanismo sexual que aplican en EEUU a sus políticos; pero sin caer en la hipocresía americana hay un sustrato de verdad en considerar importante la vida sexual de los políticos, pues el sexo, es parte de la persona. No se trata de esconder a la opinión pública si un político participa en orgías, se trata de que la sociedad, informada de ello, no le juzgue hipócritamente.
Si en el futuro aparecen cambios políticos y conatos de revolución, se podrá constatar la verdad de lo que digo. Actualmente nuestros políticos son muy prosaicos en lo sexual, normalmente casados con pareja estable y familia; en un panorama de cambio este elemento será la excepción. Yo diría que si bien la revolución devora a sus hijos, también es su amante y por eso, hay caminos diversos que también conducen al placer.
Debemos buscar vivir en una sociedad equilibrada en sexo y de pensamiento, un mundo donde cada cual pueda usar su libertad como más le plazca con el único límite del respeto a los demás.