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jueves, 2 de febrero de 2012

Sexo y Filosofía


“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca simplemente como un medio” (Emmanuel Kant)

Seguramente Emmanuel Kant cuando escribió esta segunda formulación del imperativo categórico pensó en todo menos en el sexo. En el campo sexual y afectivo fue el filósofo de Konisberg una persona singular sin más interesases que los de la pura especulación filosófica.
Según entiendo yo el sexo, creo plenamente en que nunca hay que tratar a las personas como medios de placer sino como fines.
Hoy sin embargo el pensamiento general es ambiguo, incluso contrario, pues la filosofía utilitarista, como en tantos aspectos de la vida moderna, ha invadido el ámbito sexual de forma arrolladora: el sexo simplificado como la búsqueda del propio placer sin limitaciones, sin reproches, sin complicadas consideraciones...
El propio marqués de Sade en todo su obra nos muestra el camino de materialismo ilimitado en el sexo, los héroes sadianos son seres amorales pues no tienen límites en la búsqueda del propio placer; el sexo desligado y alienado de las personas.
Sin embargo no es incompatible la búsqueda del placer con la máxima kantiana, creo que puede intensificarlo y complementarlo. ¿ A quién no le gustaría prolongar el placer más allá del orgasmo?
Los protagonistas de Sade nunca tienen un periodo refractario y pueden concatenar orgasmo tras orgasmo gracias a la imaginación de su creador, pero en la realidad ese periodo existe y más en el caso de los hombres; como después de la borrachera viene la resaca.
Si uso como un medio de mi placer a otro ser humano, una vez satisfecho y desaparecida toda excitación, mi objeto sexual se trasforma en una molesta compañía que recupera el status de persona y entonces... hay que deshacerse de él/ella cuanto antes aún a costa de malas excusas. (El típico: “ha estado bien, ya te llamaré”)
Si yo he disfrutado con esa persona en la consideración de que era un fin en sí mismo, satisfechos mis apetitos y mi excitación, no tendré nada que reprocharme más allá de comentar amigablemente lo sucedido sin sobresaltos abruptos ni reproches de ninguna clase. No harán falta excusas, y tanto si hay ganas de otro encuentro como sino, quedará la satisfacción de lo bien hecho.
Puede que sea una idea desfasada pero yo entiendo el sexo como un recíproco hacer en el que es igual de gratifícate dar que recibir placer. Conforme a esta idea no tiene sentido considerar a la persona con la que se comparte la intimidad sexual como un medio, solo se puede entender como  un fin siguiendo la idea kantiana.
Para mí, cada persona es un universo por descubrir, y en el sexo y en la forma de disfrutarlo, todos somos  hermosamente diferentes. Cada cual tiene sus gustos, preferencias, posturas, formas y evidentemente sus personales y únicas: “zonas de especial sensibilidad”
Es curioso, pero en este campo de las “zonas de especial sensibilidad” he de reconocer que los hombres somos mucho más prosaicos que las mujeres; estoy cada vez más seguro que para satisfacer plenamente a una mujer, no basta con atender a cumplir las “reglas generales” sino conocer específicamente las “reglas particulares” de esa mujer en concreto.
Por eso no es tontería considerar que la mejor forma de disfrutar en plenitud el sexo es dando algo de continuidad a las personas como compañeras de placeres, pues el conocimiento es lo que permite lograr ese plus que separa el sexo normal, del sexo plenamente satisfactorio.
Evidentemente el “aquí te pillo, aquí te mato” es una forma de sexo igual de respetable que la que yo comento, pero salvo por el morbo propio de la situación, no le veo más que desventajas.
Yo soy morboso en el sentido de que me encanta recrearme en el conocimiento de los secretos del cuerpo ajeno y descubrir las claves de su placer; de esta forma disfruto de dos placeres, el mío y el del otro.
Encuentro tan gratificante saber las “teclas” que hay que tocar para dar placer que a veces pienso que no me cansaría nunca de tocarlas; ¡ y luego hay quien reduce el sexo a un simple mete y saca!
Es una opinión extendida que las parejas estables que llevan mucho tiempo juntas caen inexorablemente en la monotonía y en el sexo aburrido, pero igual que en el sexo esporádico todo depende de las capacidades de los protagonistas. Si la pareja es prosaica, monótona, gris, convencional y poco imaginativa,  evidentemente si sexo será muy mediocre; ahora, si siguen el campo de juego que yo he señalado, sin miedos, sin prejuicios y con imaginación...una vida  puede no ser suficiente para disfrutarse mutuamente con un sexo en pareja excelente.
Desde luego siempre es más cómodo inclinarse por las novedades del cambio de personas, que por el esfuerzo que supone al ingenio  disfrutar cosas nuevas o mejorar las que se han hecho con la pareja.
Me permito hacer unos malos versos a modo de resumen para los que buscan encontrar el amante perfecto en una noche:

“Normalmente, amantes de una noche,
salvo loables excepciones,
en la aurora son decepciones.”

No digo que uno busque sexo continuado con el primer inútil sexual que uno se encuentre, que hay algunos/as que no hacen la “O” con un canuto, pero el margen de mejora que hay respecto a un encuentro sexual “normal” merece la pena considerarse, siempre que puedan agregarse al sujeto más cualidades que las meramente sexuales.
Como se ve por esta entrada, un poco de filosofía respecto al sexo nos lleva a interesantes conclusiones, pues el sexo y la filosofía comparten casa común en la mente humana.
Un poco de teoría no viene del todo mal, aunque es incuestionable que lo mejor del sexo está en la practica.