“Adoro este libro. Me encanta porque
dice que si dos personas están predestinadas a estar juntas, lo
estarán, incluso si algo las separa. Que la magia existe” (El
encanto de la Bestia)
Resulta curioso como cuando uno en la
vida real tiene que llevar a la práctica las ideas que le sostienen,
en muchas ocasiones se siente terriblemente perdido.
La vida va poniendo en nuestro camino
personas, que en muchas ocasiones, tal y como llegan se van junto con
nuestras ilusiones rotas. Por suerte, nuestra existencia es un
constante fluir en el que como se suele decir, cuando una ventana se
cierra, una puerta se abre; si algo me ha enseñado la vida es que
precisamente la inteligencia emocional radica en no aferrarse a lo
terminado para poder mirar al futuro.
En el plano afectivo, cuando una
persona “desaparece” de nuestra vida lo mejor es mirarla sin
rencor, desearle lo mejor y mirar con mirada limpia el horizonte. ¡
Cuántas personas destrozan su vida aferradas al dolor y al odio de
relaciones pasadas que solo les pueden proporcionar más
resentimiento!
Yo hace unos días sufrí una decepción que me ha enseñado que si uno trata de cambiar su propia
naturaleza, o pierde su esencia o termina explotando.
Pero a la vez, cosas que parecían
imposibles vuelven a recordarnos que los sueños pueden ser
realidades a poco que mantengamos la atención y la calma, a poco que
en las imperfecciones de los demás encontremos su propia humanidad.
Empezar el camino del conocimiento de
otra persona significa recuperar los latidos del corazón, recuperar
las ilusiones y la fe en el futuro con menos miedo que antes.
Todos tememos que nos hagan daño, pero
ese miedo, no solo no evita el dolor, sino que nos limita en la
felicidad presente.
Hace algunas semanas mis ilusiones eran
restos rotos de fuegos fatuos, hoy, en estos últimos días del
otoño, como un perdido colegial siento la brisa de la primavera
sobre mi pecho. Eso es la vida, una constante sorpresa, un constante
cambio que hay veces que nos sorprende para bien.
Siempre he dicho que en este mundo es
muy complicado encontrar un ser hermano capaz de acompañarnos en
este duro camino que es la vida, pero después de cada decepción
nunca nos hemos de dar por vencidos, pues en la siguiente esquina
puede uno encontrar el compañero de viaje con el que nunca antes
soñó.
Yo suelo ser realista y tratar, desde
las verdades de la vida, de no dejarme llevar por las fantasías, pero
hay ocasiones en las que aunque en nuestro vuelo demos en darnos un
talegazo contra la pared; merece igualmente la pena volar, aunque solo
sea un ratito.