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jueves, 6 de diciembre de 2012

Decepciones e ilusiones


“Adoro este libro. Me encanta porque dice que si dos personas están predestinadas a estar juntas, lo estarán, incluso si algo las separa. Que la magia existe” (El encanto de la Bestia)

Resulta curioso como cuando uno en la vida real tiene que llevar a la práctica las ideas que le sostienen, en muchas ocasiones se siente terriblemente perdido.
La vida va poniendo en nuestro camino personas, que en muchas ocasiones, tal y como llegan se van junto con nuestras ilusiones rotas. Por suerte, nuestra existencia es un constante fluir en el que como se suele decir, cuando una ventana se cierra, una puerta se abre; si algo me ha enseñado la vida es que precisamente la inteligencia emocional radica en no aferrarse a lo terminado para poder mirar al futuro.
En el plano afectivo, cuando una persona “desaparece” de nuestra vida lo mejor es mirarla sin rencor, desearle lo mejor y mirar con mirada limpia el horizonte. ¡ Cuántas personas destrozan su vida aferradas al dolor y al odio de relaciones pasadas que solo les pueden proporcionar más resentimiento!
Yo hace unos días sufrí una decepción que me ha enseñado que si uno trata de cambiar su propia naturaleza, o pierde su esencia o termina explotando.
Pero a la vez, cosas que parecían imposibles vuelven a recordarnos que los sueños pueden ser realidades a poco que mantengamos la atención y la calma, a poco que en las imperfecciones de los demás encontremos su propia humanidad.
Empezar el camino del conocimiento de otra persona significa recuperar los latidos del corazón, recuperar las ilusiones y la fe en el futuro con menos miedo que antes.
Todos tememos que nos hagan daño, pero ese miedo, no solo no evita el dolor, sino que nos limita en la felicidad presente.
Hace algunas semanas mis ilusiones eran restos rotos de fuegos fatuos, hoy, en estos últimos días del otoño, como un perdido colegial siento la brisa de la primavera sobre mi pecho. Eso es la vida, una constante sorpresa, un constante cambio que hay veces que nos sorprende para bien.
Siempre he dicho que en este mundo es muy complicado encontrar un ser hermano capaz de acompañarnos en este duro camino que es la vida, pero después de cada decepción nunca nos hemos de dar por vencidos, pues en la siguiente esquina puede uno encontrar el compañero de viaje con el que nunca antes soñó.
Yo suelo ser realista y tratar, desde las verdades de la vida, de no dejarme llevar por las fantasías, pero hay ocasiones en las que aunque en nuestro vuelo demos en darnos un talegazo contra la pared; merece igualmente la pena volar, aunque solo sea un ratito.