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viernes, 14 de diciembre de 2012

De la pornografía o los peligros de una sexualidad irreal


“Dónde no hay discernimiento, el comportamiento del alma más pura puede llegar a la vulgaridad” (H.D.Thoreau)

Siempre que trato el asunto de la pornografía me situo en un inestable fiel de balanza entre las bondades y los perjuicios que para una sana sexualidad tiene este tipo de material.
No tengo dudas de que en cierta forma la pornografía sirve de modelo a las conductas sexuales que en la realidad se practican en el día a día; pero por otro lado ,de ninguna manera podemos ver la pornografía como un documental de sexo pues dista mucho de serlo.
No solo en la pornografía se abusa del sexo grupal ciertamente minoritario en el sexo “real” y las practicas que en el mismo se pueden hacer como por ejemplo las dobles penetraciones, sino que se ejecutan acciones sexuales claramente peligrosas y desaconsejables como penetraciones anales que pasan después a vaginales o el uso de utensilios domésticos para fines sexuales como el archiconocido de la botella que sirve de consolador.
El sexo no puede consistir en un “circo de variedades” pues el medio entonces no nos deja ver el fin, que no es otro que el placer; la pornografía como espectáculo carece de esa esencia y se debe necesariamente centrar en el medio...es decir las practica sexual cuanto más espectacular mejor.
Las grandes corridas de los actores porno o los inigualables orgasmos de las divas del género son tan falsos como espectaculares resultan.
Muchas veces he criticado que pocas películas no caen en las escenas de sexo en el topicazo del orgasmo simultaneo, en el porno, al ser esa toda su temática, evidentemente los tópicos de incrementan por cien.
Por desgracia, no tengo dudas respecto que muchos, sobre todo hombres que son los mayores consumidores de este tipo de género, deciden seguir el porno como modelo de conducta sexual a imitar, un “teatro” que hay que llevar a la propia cama. El porno puede servir de inspiración pero nunca de modelo a imitar.
Pueden gustarme las películas de superheroes pero eso no me lleva a ponerme un disfraz y ha dedicarme a atrapar malhechores por las calles.
Vergas enormes, pechos inmensos, apetito insaciable, corridas abundantes y seguidas... y solo menciono temas del porno más normalizado pues si entramos en el especializado...
Así las cosas, nada nos lleva tan directamente a las frustraciones y decepciones como querer hacer de lo irreal imposibles realidades.
Hoy en día hay muchos y muy buenos documentales sobre sexo que desde la seriedad y el conocimiento pueden ayudarnos mucho a mejorar nuestro rendimiento en la cama, y desarrollar muchas y divertidas formas de placer, pero en ellos se busca la divulgación y no la excitación, que es el fin del porno.
Yo no veo una película de Sasha Grey por lo aleccionador que me resulta verla teniendo sexo, sino por lo que es capaz de excitarme.
Si uno no tiene una mediana cultura sexual, el porno muchas veces puede resultar letal para las relaciones. No hace mucho escuche como un chico se congratulaba de haber logrado que su novia accediera a tener sexo grupal y ser penetrada simultáneamente por vagina, culo y boca; una practica nacida enteramente del porno. El morbo que sentirá este chico será sincero, pero dudo mucho que una chica sin experiencia previa en estas lides pueda disfrutarlo en igual medida o incluso no sería extraño que le produjera un sincero desagrado.
En la medida de mis gustos he de reconocer que si bien soy un sincero amante del cine erótico no lo soy tanto del pornográfico ya que me perece más excitante sugerir que enseñar, más cuando parece que en el mundo del porno lo que más se valora no es hacer las cosas bien, sino hacer la mayor variedad de ellas.