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viernes, 1 de febrero de 2013

San Valentín o Reflexiones sobre el amor


“Ah, pequeño príncipe!. Así, poco a poco, fui comprendiendo tu sosegada vida melancólica. Durante mucho tiempo, tu única distracción se había reducido a la suavidad de las puestas de sol” ( El Principito)

Muchas veces con la llegada del mes de los “enamorados” he querido escribir sobre el amor, pero me ha costado entender que recurrir a la filosofía e incluso a la psicología en busca de respuestas y explicaciones no lleva muy lejos; el motor de mundo es un sentimiento por naturaleza incomprensible.
Esta vez no recurriré a Ortega ni a Stendall, pues he pensado que las mejores teorías sobre el amor no están en los libros de filosofía, sino en la novelas.
Si cada persona es un universo, cada uno tiene su propio tratado “sobre el amor” en forma de novela o libro que concuerda con su forma de entenderlo.
Igual que desde adolescente consideré “Las amistades peligrosas” como “manual de seducción”, mi concepto del amor se resume perfectamente en un pequeño cuento para mayores: El Principito
A modo de apéndices podría nombrar “ Ojalá fuera cierto” de Marc Levy y “Emma” de Jane Austen .
No soy un gran lector de novelas, y menos aún de novela romántica, pero no todo puede ser Sartre, Kant o Sade, y las novelas nos muestran mundos que quizás nunca lleguemos a conocer.
Yo como el Principito, en estos días trato de comprender mi “sosegada vida melancólica” pues no encuentro mejor definición para mi persona; aunque me veo privado en estos días de invierno de la “suavidad de las puestas de sol”
Siempre me ha gustado coleccionar frases, y las guardo en mi mente como ejercicio de conocimiento y memoria, pero muy pocas las guardo en el corazón y casi todas las de este selecto grupo nacen de este cuento maravilloso.
“Este es mi secreto. Es muy sencillo: Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”
¡Cuánto mejor sería este mundo si aprendiéramos a mirar con el corazón!. La gran mayoría de las personas tenemos el corazón encerrado en la oscura prisión que compone nuestra personal armadura; en el fondo todos somos vulnerables “principitos” que para evitar el dolor y las decepciones erigimos defensas que nos permiten enfrentarnos al mundo con seguridad, aunque el precio que pagamos es también alto.
El amor ideal, como la mujer ideal o la vida ideal, no existen, pero tras el mágico mundo que late detrás de nuestro pecho no importa lo ideal; importan los sentimientos.
Otra frase que define lo que es estar enamorado:
“Igual pasa con la flor. Si amas una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas están florecidas”
Cuando el corazón siente, los ojos ven otro mundo de “estrellas florecidas”, no hay pues situación más agradable que las de vivir en un mundo nuevo sin perder el viejo.
Puede que mi idea del amor sea pueril, desfasada o irreal, pero no corro el peligro de caer en delirios amorosos ya que después de escribir estas líneas volveré a la comodidad de mi segura armadura. Del fuego eterno que todos tenemos, ya solo me quedan rojos rescoldos, pero no se puede olvidar que todo ser humano en su propia esencia, guarda la capacidad de hacer en un instante de un tizón un imponente incendio; ya tenga 17 años o 89.
No es casualidad que el único órgano inmune al cáncer sea precisamente el corazón.
Tampoco soy una persona tan apasionada como para sentir el amor en la forma descrita por Rousseau en “Julia o la Nueva Eloisa” o en el Werther de Goethe; el amor fatalista requiere una predisposición trágica que no va con mi carácter. El amor es una fuerza muy poderosa que mal canalizada lleva a toda clase de desastres tanto en la propia persona como en las personas que le rodean. El lado oscuro que todo poder ilimitado tiene.
Otra característica del amor es que como fuerza nacida del sentimiento no podemos dirigirla y nace sobre quien quiere nacer por encima de intereses o posibilidades. Siempre recuerdo la canción de Camilo Sesto que dice: “Siempre me voy a enamorar de quien de mí no se enamora”. Una máxima común y real, de la que es difícil escapar.
Creo que si se tienen sentimientos por una persona y esta no corresponde a los mismos hay dos buenas salidas para romper la situación; transformar el sentimiento en amistad o alejarnos del objeto hasta que alcancemos la indiferencia ( si alguna vez la alcanzamos)
Estar con alguien que no nos corresponde nos lleva a ser unos Werther de la vida, y la vida, debe tender a la alegría y a la felicidad, no a una insatisfacción melancólica: el mundo esta lleno de flores únicas.
Por una vez, en estos días próximos a San Valentín no me he perdido en fríos razonamientos y reprimidas frustraciones; escribir este post ha sido una buena medicina ya que abriendo la puerta del corazón al universo, he liberado parte de las amarguras y decepciones que en él se esconden. Siempre buscaré encontrar el amor, aunque él no crea ya mucho en mí.
Feliz día de los enamorados a los que tengan esa suerte, que pasen unos días bonitos compartiendo su felicidad; a los demás, siempre nos quedara disfrutar de nuestras “suaves puestas de sol”. Tengamos la esperanza de que en algún lejano planeta hay una rosa que nos espera, incluso quizás, al doblar la esquina de nuestra calle...
Es este sentido, algo de cinismo debe acompañarnos al estilo de Rochefoucauld cuando también acertadamente señala “Con el amor verdadero pasa lo que con las apariciones de los espíritus: todos hablan de ellas pero muy pocos las han visto”

Trataré de volver a escribir en el Blog con una periodicidad más continuada, pero parece que con el año, las Musas se me han ido de vacaciones al Caribe.