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miércoles, 11 de mayo de 2011

Reflexiones Sadianas

“El mérito de Sade reside no solamente en haber quitado lo que cada uno confiesa vergonzosamente(...) Contra la indiferencia, prefirió la crueldad. Por eso sin duda encuentra hoy tanto eco, en momentos en los que el individuo se sabe menos víctima de la maldad de los hombres que de su conciencia limpia(...) Lo que constituye el valor supremo de su testimonio es que nos inquieta. Nos obliga a volver a plantearnos el problema esencial, que bajo otras apariencias obsesiona a nuestro tiempo; las verdaderas relaciones del hombre con el hombre” (Simone de Beauvoir)


Este Blog lo cree una fría noche de enero cuando las ilusiones rotas del corazón retornaron a las verdades de la razón. En el puro materialismo de la obra del marqués uno encuentra escapatoria para su frustrado sentimentalismo.
Hoy en día leer a Sade exige romper las barreras del prejuicio y disponerse para entrar hasta la nausea de los infiernos del mundo y de la mente humana. Efectivamente como señala Simone de Beauvoir, la obra sadiana nos inquieta .
Basta con leer solo algunos pasajes de las obras señeras de Sade para darse cuenta que en esa prosa fría y sistemática, narradora de crímenes casi inimaginables, no hay erotismo. En mi opinión su valor radica en escribir aquello que nadie escribiría, y por ello, siempre será único e irrepetible; nos transporta a un infierno imaginable que sospechamos existe en la realidad. Cualquier practica sadiana por criminal que sea y monstruosa que parezca nos parece posible y admitir eso, es admitir que todo ser humano es una bestia en potencia.
El siglo XX nos ha dado muestras sobradas de ello y las practicas nazis en los campos de concentración son la plasmación real de lo que es capaz de hacer el hombre cuando degrada a sus semejantes a la condición de objetos.
Nuestros sentimientos frustrados nos llevan a la desilusión, y en las negras tinieblas de un mundo desecho hay que tratar de reconstruirse sobre los restos de lo que fuimos, somos y seremos.
El hombre absoluto de Sade es el ejemplo de dónde lleva el odio y el poder cuando quedan disociados de la moral y la empatía hacia nuestros hermanos de especie. Las personas nos pueden hacer daño, y podemos ir haciéndonos más o menos insensibles al dolor y a los sentimientos; pero el tiempo y la naturaleza siempre ponen un sólido muro para que sigamos siendo humanos. El marqués nos enseña que pasa cuando esos límites fallan, y el sexo como principio motor de nuestros instintos es por naturaleza un ariete frente a ellos.
Una frase que nos extraña ver en los escritos personales de Sade dice: “Dónde no hay intimidad no existe sexo refinado”.
En el mundo literario de putas, orgías y macabras ceremonias ningún protagonista aceptaría tan  “moral” diatriba; pero el Sade de la literatura no es el Sade que vivió y respiro en aquella cambiante época de finales del sXVIII .
En este aspecto, he de reconocerme más erotómano que pornógrafo y acepto más la frase del hombre que las del literato. Verdaderamente dónde no hay intimidad no existe sexo refinado; el conocimiento ayuda al placer pues cada ser humano es un mundo desconocido de sentimientos y sensaciones.

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