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sábado, 1 de noviembre de 2014

Adan y Eva, o un programa con desnudos integrales




“Nunca pierdas de vista que toda la felicidad del hombre reside en su imaginación” (Juliette-El marqués de Sade)




La verdad es que cuando vi anunciar en la cadena televisión Cuatro, el programa Adán y Eva, no me despertó el más mínimo interés; a priori no era más que un programa de “ligoteo” más, con el único aliciente de ver los desnudos pixelados de los pretendientes.
La sorpresa vino cuando desde el primer programa se anuncio que no habría pixelado de forma que los concursantes aparecerían con sus desnudos integrales. Sin duda vistos ya dos programas se puede decir que el tratamiento del desnudo que hace la producción es simplemente fantástica. No ocultan ninguna parte del cuerpo pero de igual forma, no se recrean tampoco en ellas, es decir tratan el desnudo con la naturalidad que debe tratarse.
De esta forma, los pubis de las féminas y los penes de los caballeros no quedan fuera de la cámara pero tampoco llaman su atención, de forma que cada cual pueda mirar a su gusto sin poder caer en lo obsceno.
Hace mucho que vengo señalando en este Blog que un desnudo integral puede resultar plenamente antierótico pues enseñándolo todo, la imaginación pierde todo su poder lascivo sobre el objeto sexual.
Si unimos la naturalidad del tratamiento del desnudo que hace el programa, con la propia desnudez de los concursantes que toman al final por natural; nos da por resultado algo bonito en lo visual y muy interesante en lo social.
En nuestra sociedad el sexo vende mucho, pero un sexo cargado de erotismo, y en este caso el componente erótico es ínfimo, pues lo natural no esconde nada.
Cualquier anuncio de colonia tiene mucho más carga erótica que este programa y un telefilm infame presenta incluso mucha más carga sexual.
Así, después del acierto en el tratamiento del desnudo, el interés del programa se centra en como unos hombres y mujeres “desnudos” tratan de emparejarse en unas isla paradisíaca.
Y es precisamente en este aspecto en el que ya desde el primer programa, me he sentido abochornado; pues he visto como detrás de cuerpos bellos, dignos de Venus y Adonis, se esconde…la nada. ¡Si, la nada más absoluta!
No me gusta caer en el típico estereotipo, que además normalmente termina siendo falso, pero en los dos programas muy poco se escondía tras el desnudo; seres simples que en el mejor de los casos lograban tener algún barniz de cultura.
Quizás este sea también el fiel reflejo de la juventud actual en una proporción de cierta importancia; hay jóvenes que seguramente me dejen por necio en la comprensión de la filosofía trascendental o que logren llegar con mayor profundidad a la comprensión de la literatura de Kafka, pero ello no implica que haya chicas que como en el programa, desconozcan la palabra “polivalente” o que sitúen la Alhambra en Córdoba.
De tanto seguir la búsqueda de la belleza, puede que hayamos terminado creando seres bellos en lo formal pero sumamente deformes en lo intelectual y lo moral, lo que necesariamente tiene repercusión en el plano sexual.
El acto sexual como “mecánica” es muy simple, de forma que el valor añadido del sexo no lo dan los genitales sino la imaginación; como machaconamente vengo señalando en muchos de mis post, el cerebro es nuestro principal órgano sexual y la imaginación es su principal lubricante.

Aún es pronto para valorar este aspecto del programa, pero por ahora resulta más que inquietante la actitud y capacidad de los concursantes para demostrar que son seres intelectualmente vivos, más allá de ser interesantes trozos de carne.