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sábado, 6 de diciembre de 2014

Ángeles de Victoria`s Secret

"Todos somos ángeles con una sola ala, debemos abrazarnos si queremos volar" (Anónimo)


Debo reconocer que el único desfile de moda que sigo con verdadero placer es el de los "ángeles" de Victoria`s Secret , pues la lencería es siempre la indumentaria del erotismo. 
Una mujer desnuda es naturaleza, una mujer en ropa interior es erotismo y deseo, pues nada alimenta más las pasiones que lo que se sugiere y no se enseña. Ver hermosas mujeres solo vestidas con medias, corpiños, sostenes, ligas y braguitas es un placer en el que la imaginación puede elevarse hasta casi alcanzar el cielo donde ojalá haya ángeles como los que se nos presentan en el desfile.
Si en el cielo me garantizan la presencia de ángeles de este tipo desde hoy me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y pido sincera conversión.
Sin duda hay que felicitar la impresionante campaña de publicidad que todos los años hace Victoria`s Secret con el reclamo de este desfile; pero si además de ventas anima la vista bienvenido sea. 
Por otro lado, nos hace soñar con que los ángeles existen y que las mujeres "normales" que acompañan nuestras vidas también son ángeles; mejor aún... arcángeles, pues están a nuestro lado en la realidad diaria.
Siempre he creído que la  prueba de fuego del deseo no está en apetecer a una chica elegantemente vestida en una suntuosa fiesta, sino en apetecer a una mujer vestida de forma corriente en una tranquila y ordinaria mañana de lunes.
Desde estas líneas, en todo caso, me gustaría animar a cualquier otra marca de lencería a que establezca como contraposición a este desfile otro de "diablesas" , pues quizás el camino al infierno sea más directo que el del cielo, y el deseo tiene más en común con el vicio que con la virtud. 
Este contrapunto desde luego sería de agradecer y estimo que tendría un indudable éxito publicitario. (si alguna marca desea contratarme quedo a su entera disposición para ordenar el acontecimiento) 
No se me escapa que el publico femenino también gustaría de disfrutar de un desfile de "angelotes" en forma de hombres buenorros en calzoncillos, deseo comprensible aunque hay que reconocer que hay una extrema desigualdad entre la sofisticación de la lencería femenina y la simplona y paleolítica ropa interior masculina.
No es este lugar para empezar a debatir sobre el sexo de los ángeles que tanta controversia levanto en el pasado, pero supongo que los sueños tienen el sexo que uno quiera conferirles. 
La verdadera pena, es que habrá  que esperar un año para volver a disfrutar de un nuevo desfile de "ángeles" en este mundo tan poco angelical.


sábado, 1 de noviembre de 2014

Adan y Eva, o un programa con desnudos integrales




“Nunca pierdas de vista que toda la felicidad del hombre reside en su imaginación” (Juliette-El marqués de Sade)




La verdad es que cuando vi anunciar en la cadena televisión Cuatro, el programa Adán y Eva, no me despertó el más mínimo interés; a priori no era más que un programa de “ligoteo” más, con el único aliciente de ver los desnudos pixelados de los pretendientes.
La sorpresa vino cuando desde el primer programa se anuncio que no habría pixelado de forma que los concursantes aparecerían con sus desnudos integrales. Sin duda vistos ya dos programas se puede decir que el tratamiento del desnudo que hace la producción es simplemente fantástica. No ocultan ninguna parte del cuerpo pero de igual forma, no se recrean tampoco en ellas, es decir tratan el desnudo con la naturalidad que debe tratarse.
De esta forma, los pubis de las féminas y los penes de los caballeros no quedan fuera de la cámara pero tampoco llaman su atención, de forma que cada cual pueda mirar a su gusto sin poder caer en lo obsceno.
Hace mucho que vengo señalando en este Blog que un desnudo integral puede resultar plenamente antierótico pues enseñándolo todo, la imaginación pierde todo su poder lascivo sobre el objeto sexual.
Si unimos la naturalidad del tratamiento del desnudo que hace el programa, con la propia desnudez de los concursantes que toman al final por natural; nos da por resultado algo bonito en lo visual y muy interesante en lo social.
En nuestra sociedad el sexo vende mucho, pero un sexo cargado de erotismo, y en este caso el componente erótico es ínfimo, pues lo natural no esconde nada.
Cualquier anuncio de colonia tiene mucho más carga erótica que este programa y un telefilm infame presenta incluso mucha más carga sexual.
Así, después del acierto en el tratamiento del desnudo, el interés del programa se centra en como unos hombres y mujeres “desnudos” tratan de emparejarse en unas isla paradisíaca.
Y es precisamente en este aspecto en el que ya desde el primer programa, me he sentido abochornado; pues he visto como detrás de cuerpos bellos, dignos de Venus y Adonis, se esconde…la nada. ¡Si, la nada más absoluta!
No me gusta caer en el típico estereotipo, que además normalmente termina siendo falso, pero en los dos programas muy poco se escondía tras el desnudo; seres simples que en el mejor de los casos lograban tener algún barniz de cultura.
Quizás este sea también el fiel reflejo de la juventud actual en una proporción de cierta importancia; hay jóvenes que seguramente me dejen por necio en la comprensión de la filosofía trascendental o que logren llegar con mayor profundidad a la comprensión de la literatura de Kafka, pero ello no implica que haya chicas que como en el programa, desconozcan la palabra “polivalente” o que sitúen la Alhambra en Córdoba.
De tanto seguir la búsqueda de la belleza, puede que hayamos terminado creando seres bellos en lo formal pero sumamente deformes en lo intelectual y lo moral, lo que necesariamente tiene repercusión en el plano sexual.
El acto sexual como “mecánica” es muy simple, de forma que el valor añadido del sexo no lo dan los genitales sino la imaginación; como machaconamente vengo señalando en muchos de mis post, el cerebro es nuestro principal órgano sexual y la imaginación es su principal lubricante.

Aún es pronto para valorar este aspecto del programa, pero por ahora resulta más que inquietante la actitud y capacidad de los concursantes para demostrar que son seres intelectualmente vivos, más allá de ser interesantes trozos de carne. 

viernes, 10 de enero de 2014

Sobre la nueva Ley del Aborto

“No se puede llamar precisamente justa (vale tanto como decir necesaria) la pena de un delito cuando la ley no ha procurado con diligencia el mejor medio posible para evitarlo. Perfeccionar la educación constituye el medio más seguro, al mismo tiempo que el más difícil, de evitar delitos” (Cesare Beccaria)

Ríos de tinta se están vertiendo y se verterán en relación al controvertido proyecto de ley sobre el aborto que ha presentado a la sociedad el gobierno.
Desgraciadamente en este país somos muy dados a establecer profundas trincheras ideológicas donde solo hay sitio para el dogma simplón de doctrinas prefijadas con muy poco espacio para el rigor intelectual y la luz de la razón.
Nada más parecido a un patio de vecindad que las absurdas, simplonas y vociferantes tertulias con las que nos bombardean las televisiones y donde se cumple el aserto de Diderot: “¡Cuán atrevida es la ignorancia!
Es verdad que un tema tan complejo como el del aborto es complicado de abordar, pero sobre una base intelectual de filosofía moral y derecho penal es posible iluminar este debate.
Trataré de demoler punto por punto la base argumental sobre la que se pretende asentar este proyecto gubernamental que tanto pretende involucionar la legalidad obre el aborto.
Basta leer un poco del proyecto de ley para concluir que la futura ley toma por base una moral confesional que la invalida en relación con la sociedad laica a la que se pretende imponer. La ley en un estado cuando menos aconfesional , no puede ni debe imponer principios morales confesionales, como en este caso es la doctrina sobre el aborto de la iglesia Católica Apostólica Romana; el Estado debe garantizar a los católicos la posibilidad de desarrollar su vida conforme a su credo y su moral siempre que no atente contra los principios esenciales del Estado Social y Democrático de Derecho, pero no puede permitir la imposición de su doctrina mediante normas penales. ¿Alguien obliga a una mujer católica a abortar?, sensu contrario, los católicos integristas pretenden impedir que una mujer en uso de su libertad y sus condicionamientos personales aborte, acontecimiento que si coarta su capacidad de decisión.
He escuchado hasta la nausea el falaz argumento de que un aborto es un asesinato, a quienes la repiten como papagayos les aconsejaría que trataran en lo posible de no mostrar tan a las claras su ignorancia en temas de moral y de derecho. Una mentira por mucho que se repita nunca se convierte en verdad. El bien jurídico protegido en un asesinato es el derecho absoluto a la vida humana independiente, mientras que en el aborto estamos ante el derecho de la vida humana dependiente. (Hablo de abortos dentro del limite de las 14 semanas).
Es legítimo que los católicos consideren absoluto el derecho a la vida, tanto la dependiente como la independiente, pero que yo considere igual una pera que una manzana no implica que los demás deban hacerlo. Así pues, si pensamos que un aborto es un asesinato, siguiendo semejante lógica, nos es posible considerar que un aborto natural es un suicidio.
Por otro lado, es también aceptable que para un católico sea moralmente inaceptable el aborto, pero conforme a principios morales racionales, la moral es autónoma e individual, lo que hace muy problemático el valor real de una norma moral impuesta desde fuera. Para la ley moral conforme a los principios kantianos es tan censurable abortar como asumir la imposición de no hacerlo.
Solo el Ser Supremo tiene la capacidad de saber y entender como salvar mi alma, y ni el Papa de Roma, ni menos aún un ministro de este gobierno, pueden hacer lo más mínimo en este asunto.
No puedo tampoco asumir la estulticia zapateril de que existe un supuesto derecho al aborto, pues siguiendo mi razonamiento precedente, el aborto es una excepción al “derecho a la vida humana dependiente”, pues un embrión es vida, otra cosa es la protección legal que demos a esa vida y su propia viabilidad; no es la vida sujeto de derechos, sino la persona.
Toda ley sobre el aborto regula pues unas excepciones al derecho a la vida y en este sentido, hay dos modelos de ley; las leyes de plazos y las leyes de supuestos.
Una ley de plazos permite el aborto hasta un cierto plazo temporal, normalmente 14 semanas, sin necesidad de otra justificación que el deseo de la madre de abortar. Por otro lado las leyes de supuestos, como era la que había en España desde 1985, establece una serie de casos en lo que la mujer puede decidir abortar; en estas leyes hay por lo tanto que justificar más allá de la mera voluntad de la madre la causa del aborto.
En una sociedad moderna, el pasar de una ley de supuestos a una de plazo no suele ser muy traumático salvo para los sectores más radicales y confesionales de esa sociedad; el resultado final en la ejecutoria de una ley de supuestos amplia y una de plazos no suele diferir mucho.
Más traumático resulta el pasar de una ley de plazos a una ley de supuestos y más aún cuando la ley de supuestos que se quiere establecer es muy restrictiva.
En el caso del proyecto de ley que estamos analizando no se trata de volver ni tan siquiera a la ley de 1985, se trata de imponer una ley mucho más restrictiva eliminado hasta el supuesto de malformación del feto antes permitido.
Los anti-abortistas se nos presentan como los nuevos anti-esclavistas del siglo XXI, lo que no deja de ser paradójico, sobre todo si analizamos los principios del derecho penal moderno y como el modelo que se nos pretende imponer es en realidad el del antiguo régimen, con su retahíla de “delitos morales” nacidos del omnipresente poder eclesiástico de aquellos tiempos.
Brillantemente en el libro “De los delitos y las penas” Cesare Beccaria establece las bases de lo que deben ser los delitos y las penas en un estado moderno, en 1764 clama por una justicia penal nueva que incluso en estos inicios del SXXI, en muchos de sus puntos, no hemos alcanzado a imponer en nuestra legislación.
Resulta muy curioso donde coloca Beccaria el delito de aborto; en su capítulo 31 con el curioso título de “Delitos de prueba difícil”. ¿Qué delitos acompañan en este capítulo al aborto?. No el tema de la esclavitud, ni el del asesinado, aparece junto a los delitos de “vicio griego” (sodomía) y al delito de adulterio. Resulta curioso que todo estos “delitos” ya no existen en nuestra legislación penal, y sean los regímenes teocráticos los que con más afán se empeñan en su mantenimiento.
La vuelta a la regulación penal del aborto no es más que una vuelta a un pasado de dominación religiosa que hoy en día ya no tiene sentido.
Beccaria señala acertadamente que la mejor forma de prevenir estos “delitos” radica en la educación, verdad que en el caso del aborto es más que evidente.

Yo no pretendo aminorar el horror justo que merecen estas acciones, pero señalando sus orígenes me juzgo con derecho a sacar una consecuencia general, esto es, que no se puede llamar precisamente justa (vale tanto como decir necesaria) la pena de un delito cuando la ley no ha procurado con diligencia el mejor medio posible para evitarlo. Perfeccionar la educación constituye el medio más seguro, al mismo tiempo que el más difícil, de evitar delitos”( Parrafo final capítulo 31 “De los delitos y las penas”)

No debemos ni debemos dejarnos engañar por las falsedades sectarias, el derecho penal o puede ni debe ser un medio para imponer una determinada moral religiosa por más que se nos pinte bajo la luz de la presunta defensa del “derecho a la vida”. Nadie obliga a abortar pero nadie debe obligar a tener un hijo que no se desea; otra cosa es que se ayude a esa mujer a que tome responsablemente esa decisión y ver la alternativas que se la pueden ofrecer.
Desde un puntos de vista racional no hay fundamentos ni morales ni jurídicos para reintroducir una ley de plazos tan restrictiva como la que se nos propone; la sola idea de obligar a una mujer a gestar un feto malformado me resulta repugnante, y se pinte del color que se quiera, es una aberración.
La Ley de 2010 es manifiestamente mejorable en alguno de sus extremos, pero sobre las líneas generales que traza, podía reformarse, nunca derogarse por una nueva ley digna de Arabia Saudí. ¿Cuál será el próximo delito que Gallardón introducirá en nuestra legislación? ¿La sodomía, el adulterio, el suicidio?
Eso sí, que nadie piense en una rigurosa legislación sobre los delitos de corrupción y estafas, que en eso. la “casta” se guarda muy mucho de resultar impune; y sino, el ministro siempre podrá conceder un indulto.
Yo como Kant sueño con un hombre moralmente autónomo y libre, responsable de sus acciones, capaz de romper las cadenas del fanatismo y las normas morales impuestas; toda pena que no se deriva de la absoluta necesidad, es tiránica.