“Durante años trabajé en un videoclub y en noche
vieja siempre trataba con la que yo consideraba mi gente. Almas
vapuleadas que odiaban el esplendor de esa noche, que preferían
regodearse en la autocompasión silenciosamente y en privado
emborrachándose de romanticismo ficticio y desengaños propios y
agenos. Ese era yo, un tipo solitario, triste, esperando que
terminara la noche, pero... a veces te hundes tanto que ya no eres
capaz de seguir adelante.”(Buscando un beso a medianoche)
Para escribir la última
entrada del año no he encontrado tema más inspirado que el que
siempre me sugiere la película “Buscando un beso a medianoche”,
una película de cine independiente estadounidense dirigida en 2008
por Alex Holdridge con medios escasos y mucho talento.
El tema es más que
propio para estas fechas pues trata del tradicional beso que justo en
el cambio del año se dan las parejas en EEUU; será tema de
carácter, ellos empiezan el año con un beso y nosotros con doce
uvas...
Queda muy bien reflejado
el sentido de este beso de medianoche en la siguiente frase que
extraigo del film:
El beso de medianoche,
no es un beso cualquiera. En el se concentran las esperanzas y el
romanticismo de todo el año. Y ese beso super valorado que requiere
tantas llamadas, sms, planificación, prisas y copas para que se haga
realidad se da en un momento en el que el tiempo salta a la palestra.
En el que se hacen evidentes el peso del año que entra y las
oportunidades perdidas del año que se deja atrás.
Así
en estos días en USA es cuando más éxito tienen las páginas de
contactos y demás medios por los que los “solitarios” buscan
alcanzar en un último y desesperado intento, su “beso”.
Me
gusta la idea de que un beso resuma un año y empece el siguiente,
pues hay mucha verdad en un beso, como muy bien lo definió Alfred De Musset :
“Un beso es el contacto de dos epidermis y la fusión de dos
fantasías”. Para que perdernos en palabras si todo lo podemos
resumir en un beso.
Pero
por otro lado, este asunto de aparente intrascendencia no deja de
tener un reverso muy amargo para los que solo pueden besarse a si
mismos, esos de los que habla el texto de abre esta entrada.
Siempre
he considerado que el hombre es un animal de símbolos y que si bien
me parece aceptable guiarse por ellos, no se debe caer tampoco en un
ritualismo vació o en la frustración de su ausencia.
Habrá
hermosos besos de medianoche de amor y sentidos, pero ello no nos
puede impedir ver que también habrá “besos de medianoche”
vacíos y sin ilusión, con lo cual, también puede resultar más
amoroso besarnos a nosotros mismos.
En
estos días muchos nos perdemos en un cierto hedonismo descontrolado
mientras pensamos en los “buenos propósitos” que consideramos
necesario establecer para el año que viene; esos que el día 3 o 4
de enero se van a la porra, salvo algunos “virtuosos” que los
conservan hasta mediados de mes.
Con
el año nuevo se deja de fumar, de beber, de comer, alguno hasta de
follar...otro empezará su vida sana y deportiva...Pero en realidad
empezamos el año metidos en un furor de cotillones, fiestas y bares
que en si mismo contradicen todo lo anterior.
Nuevo
simbolismo, si no empiezas el día del año con una resaca de caballo
es que no lo has celebrado bien; y encima toca “soportar” la
comida opípara que la familia celebra el día uno y para la cual tu
estómago ni está, ni se le espera...
Hace
unos días vi un mensaje muy bueno en el que se decía: “Mi deseo
para estas Navidades es dormirme el día 23 de diciembre y
despertarme el 7 de Enero”. Sería tema para un “Cuento de
Navidad” el traer un extraterrestre antropólogo a la tierra y que
analizara las barbaridades de todo tipo que los humanos hemos
ritualizado para estos días.
Yo
reconozco que soy el primero en someterme a esta “normativa” de
ritos y costumbres y que seré el primero en atragantarme comiendo
las uvas, pero no es menos cierto que mi sentido de la ironía
también me lleva a disfrutar internamente del cúmulo de
despropósitos de veo a mi alrededor; quizás después de todo tengo
vocación de “extraterrestre antropólogo”.
No
quiero terminar este último post del año sin desear una muy
feliz entrada y salida de año, y si podéis, después de
sobrevivir a las uvas, no dejéis de dar un “beso de medianoche”.
¡Feliz
y Prospero 2013!