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viernes, 22 de julio de 2011

Catarsis: del sexo a la filosofía


“El mayor acierto de la filosofía será el de encontrar los medios de que se sirve la Providencia para alcanzar los fines que se propone con respecto al hombre y trazar, según ellos, algún plan de conducta que le permita a ese desdichado individuo Bípedo__que vive eternamente sujeto a sus tiránicos caprichos__ saber cómo ha de interpretarlos”.( Los infortunios de laVirtud- El marqués de Sade)

En estos días he sufrido una singular catarsis respecto a mis fantasmas interiores que ha afectado a mi propio Mister Hyde.
Reconozco que quizás he sufrido una “sobresaturación” de temática sexual e inevitablemente el puritano Doctor Jeckyll pugna por gobernarme. Curiosamente creo que en lo relativo a la satisfacción sexual, un “obseso” y un “puritano” beben del mismo agua; no podemos olvidar que el sadismo de la Inquisición era de un refinamiento difícilmente superable por cualquier sadomasoquista actual.
Así, los extremos se tocan y es algo evidente que los más fanáticos suelen ser las personas “conversas” en sus posturas; el peor y más intransigente “puritano” es quien fue un “libertino”, mientras que grandes libertinos fueron antes puritanos.
La necesidad de tener que reafirmarse todos los días en una postura, es clara evidencia de inseguridad y de mala conciencia.
En todo caso, este “puritanismo circunstancial” solo puede alimentar la vuelta a las más vivas pasiones del libido, aunque por ahora los relatos sexuales, las imágenes voluptuosas o la búsqueda del orgasmo, no me agradan tanto como antes. 
Quizás, el hombre de tanto buscar el placer y desatender el sentimiento ha retornado a una especie de animalidad fría y gris; puede que el sexo sin afecto termine llevando a un callejón sin salida muy oscuro y tétrico. Pero nuestras pulsiones interiores nos llevan a la búsqueda del placer, de la satisfacción de nuestros instintos mediante la liberación de nuestra energía en un orgasmo eterno...
La terrible pregunta es:¿y después?
De esa pregunta nace un vació infinito, el vació de la soledad después del placer: ¿qué hacer con el ser desconocido que está a nuestro lado ahora que estamos satisfechos?. Nos usamos mutuamente para después despedirnos en busca de nuevas e inciertas satisfacciones; como Sísifo, subimos la roca para que, instantes después de llevarla a la cima, vuelva a precipitarse al vacío.
Hay una hermosa máxima kantiana que estos días me sirve de referente, dice: “ Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca como un medio”
¡Cuántas veces hemos de culparnos por haber usado a personas como medios de nuestro propio placer!. Esa chica que usamos una noche para no volver a verla nunca más o esos polvos de “amigos” que nos salvan un finde que de lo contrario seria de pajas...
Debo reconocer que muy pocas veces he disfrutado en el sopor posterior al sexo de las reconfortantes caricias del afecto; esa agradable sensación de comunión con el otro que puede prolongar incluso el placer físico. Despertar junto a alguien que es más que un simple objeto de placer, es despertar a unos afectos que van más allá de lo sexual y lo llevan a lo sensual. La despedida de un "objeto" es fría y mentirosa, llena de promesas falsas que colorean el gris de lo que ya ha pasado; la despedida de un "ser hermano" es una despedida cálida, que solo desea volver al reencuentro.
En la meditación de la soledad y de una buscada castidad muy pronto recuperaré el deseo, la pasiones y el gusto por todo lo que tenga que ver con el sexo, pero en este tiempo, no dejo de considerar que mis libres reflexiones me llevan al otro lado del abismo; al mundo del sentimiento

martes, 19 de julio de 2011

Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos


“Acabo de ofrecer grandes ideas: deben oírlas y reflexionar sobre ellas; espero que al menos algunas agraden; quedaré satisfecho de haber contribuido al progreso de las luces. No niego que veo con pesar la lentitud con la que nos encaminamos hacia la meta; me inquieta sentir que estamos en vísperas de echarlo todo a perder una vez más”
(La filosofía en el tocador o Los instructores inmorales- El Marqués de Sade)

De toda la obra sardiana,el extraño texto de “Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos” que esta inserto dentro de la obra menor “La filosofía en el tocador” es el que más a las claras expone sistemáticamente el pensamiento “moral” del Marqués de Sade.
La originalidad de este texto “contracultural” es aún hoy infinita, pues desde la otra orilla nos habla de cómo seria una sociedad planteada desde valores completamente diferentes a los que han imperado en los últimos 2000 años.
Ningún autor ha llegado a este singular planteamiento, el planteamiento de una libertad absoluta en la que el hombre sin límites, es a la vez victima y verdugo de si mismo; la república sardiana es una especie de “antimateria moral” que nos inquieta por su sistemática y radicalidad
Para cualquiera que quiera ampliar sus puntos de vista sobre la libertad, el sexo o la religión creo que esta lectura puede ser muy catártica, una cosa tan diferente, que hoy es aún más vanguardista que hace 200 años.
La cadenas de los prejuicios muchas veces nos impiden ver más allá de nosotros, ver que lejos de lo “lo políticamente correcto” hay un mundo diferente.
No puedo compartir ninguna de las ideas sadianas, y creo que casi nadie podrá admitirlas, pero gracias a su formulación podemos ser capaces de obligarnos a pensar, a considerar que no debemos dar nada por supuesto. Sade es un hijo de la ilustración que obligado a vivir en una celda casi toda su vida, caminó en la soledad de unas ideas diferentes y originales.
El Divino Marqués sigue fascinándome, pues en su pensamiento, rompe nuestras cadenas para llevarnos a las extrañas fronteras de un mundo sin límites. El sexo es un medio que lleva a la libertad, pues precisamente es la faceta humana más reprimida; la liberación sexual es en realidad una revolución de libertad.
Mi maldición es la de ser capaz de entender mis prejuicios, de ver más allá de ellos, de entender que el sexo lejos de ser algo “pecaminoso” es un hermoso camino de placer, alegría y libertad, pero también veo mi solitaria cárcel de “hipócrita corrección”.
Capaz de mirar hacia las estrellas no puedo volar hacia ellas, capaz de ver las imponentes cumbres no puedo caminar hacia ellas, como Moisés, he llegado a las fronteras de la “tierra prometida”, pero no puedo pisarla.
Hay días en los que siento que la felicidad no está en el conocimiento, seguramente está en la ignorancia...