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sábado, 31 de agosto de 2013

Un Nuevo Comienzo

“Acostado en un mar de decepciones donde el viento me susurra en el oído que no me rinda y el cielo me plasma una imagen de lo pequeño que fui y me convence de lo grande que puedo ser”

A lo largo de el pasado "curso" me he visto imposibilitado a atender como se merecía este querido blog; no me escudaré en la falta de tiempo, pues si bien pude tenerlo para escribir, no me acompañaron las ganas que nacen de la inspiración.
Considero que para llevar convenientemente un espacio como este son necesarios siempre dos elementos: hábito y motivación. Si falta cualquiera de los dos, es muy posible que el abandono y la desidia ganen la batalla y todo vuelva al olvido, como le han sucedido a estas 120 Jornadas de Sodoma.
En esta nueva temporada que ahora empieza, espero atesorar hábito y motivación para impulsar como se merece la plasmación de la idea que en su día hizo nacer este blog y que hoy, más que ayer, me sigue ilusionado: hablar de la realidad del sexo y de la vida con sinceridad luchando contra el fanatismo y los mitos que aún hoy oscurecen la libertad en este campo.
Es cierto que no siempre que escribimos nos acompaña la brillantez y el ingenio, pero no lo es menos, como decía el escritor, que es conveniente que la inspiración nos pille trabajando.
Así pues, con ánimos renovados anuncio el nuevo comienzo de este espacio y mi vuelta a su adecuada atención; como el marqués de Sade, regreso a mi celda en la Bastilla para en la soledad del mundo, volcar mis pensamientos sobre el papel.
Mi idea de la escritura, parte de que para escribir adecuadamente el ser humano necesita poder volcar en el papel un cierto grado de frustración, la necesidad de viajar a mundos de imaginación, ideas o pensamientos partiendo de las decepciones de este mundo de fenómenos.
Todos habitamos nuestras propias prisiones con muros más o menos gruesos, pero espacios como este me gustaría que fueran ventanas de luz por las que mirar nuevos horizontes, y especialmente horizontes sexuales... Un prisionero poco puede decir a otro prisionero, pero su sola presencia permite recuperar la esencia de la vida, que yo creo que no es otra que la esperanza.
Confío en que todos los que lean estas líneas hayan disfrutado de la estación del sexo por antonomasia, el verano; por suerte, el placer no tiene estación y las promesas de un sensual otoño deben animarnos a todos... ¡Acompañadme en este nuevo viaje!