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viernes, 27 de septiembre de 2013

Moral sexual gubernativa

“Huid de la antigua manía que los gobernantes tenían de querer gobernar demasiado. Dejad a los individuos, dejad a las familias el derecho de hacer aquello que no perjudique a los demás” (M. Robespierre)

Parece que los que estamos en favor de la libertad, estamos condenados a estar siempre contra el poder establecido; pero cada día que pasa, veo con dolor como las libertades van retrocediendo en favor de la miseria y el intervencionismo estatal.
La sexualidad y la moral sexual son territorio de las personas, de los individuos, y nadie debe inmiscuirse en estos territorios. Si defiendo el matrimonio homosexual, es precisamente porque supone reconocer una realidad y reponer en sus derechos a personas que de otra forma estaban discriminadas por la sola razón de amar y querer libremente.
Pero en este post debo alzar mi voz contra el intento de imposición de una moral sexual y religiosa por parte del gobierno y del parlamento. ¿Deben nuestros legisladores establecer leyes morales respaldadas por la fuerza coactiva del Estado? ¿Qué clase de democracia es esta?.
Hace unos meses se quitó el derecho a la inseminación artificial a las mujeres lesbianas y ahora usando el Código Penal se pretende subir la edad de consentimiento legal de los 13 a los 16 años; el sexo para nuestros católicos y apostólicos legisladores parece un campo de lucha moral.
¿Pero, se puede legislar sobre moral?, y ¿sobre moral sexual?. ¿Quién es el gobierno para decir con quien me acuesto, como lo hago o cuando?.
La moral católica hace mucho que esta en decadencia y en franco retroceso, pero parece que se resiste a morir y lo pretende hacer sobre la base de la imposición; para eso usa del poder civil que atesora el gobierno.
Nos condenan a la miseria y además ni tan siquiera nos dejan disfrutar de una mínima libertad sexual.¡Hasta cuando hay que soportar tanta mentira y tanta infamia!.
La única verdad que veo es que vivimos bajo un régimen tiránico que bajo formas más o menos livianas, nos trata como súbditos y no como ciudadanos.
El sexo por mucho que moleste a los puritanos, es libertad, es placer y es democracia. Hay una frase genial de Orwell en su libro 1984 que respalda mi pensamiento cuando dice: “El acto sexual, bien realizado, era una rebeldía. El deseo era un crimen mental”
El propio marqués de Sade pasó media vida encarcelado por no someterse a la hipocresía moral y sexual de su tiempo.
En el lejano 1789 establecieron los limites a la libertad, y por lo tanto los límites que deben marcar también la libertad sexual cuando en el artículo 4 se dijo: “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro. Así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene más límite que los que aseguran a los otros miembros de la sociedad el goce de idénticos derechos.”
Seguimos inmersos en un espíritu judeo-cristiano en el que todo lo relacionado con el sexo es “pecaminoso”, y hay que esconderlo y perseguirlo.¿Por qué tanto empeño en cercenar la inclinaciones naturales del hombre, en reprimir las cosas que la madre naturaleza ha querido regalarnos?
Mi espíritu se revela contra la resignación de que este mundo debe ser un “valle de lágrimas” y que la felicidad esta en otro sitio. ¡Y si no hay otro sitio! .Y si lo hay, ¿que perjudica haber disfrutado de este?.
Kant en su libro “La religión dentro de los límites de la Razón” señala muy acertadamente: “Las inclinaciones naturales son, consideradas en sí mismas, buenas, esto es: no reprobables, y querer extirparlas no solamente es vano, sino que sería también dañino y censurable; más bien hay que domarlas, para que no se consuman las unas a las otras, sino que puedan ser llevadas a concordar en un tono llamado felicidad”.
Es una pena que hoy en día la filosofía de Kant esté tan de moda, y a la vez siga siendo tan hermética y desconocida para la gente común, cuando tantas armas nos da contra la falsedad de las "religiones reveladas".
Parece que el empeño de este gobierno es ordenar que hacer con nuestros genitales, con quien compartirlos y si se puede también reglamentar adecuadamente nuestros orgasmos.

Eso si, al menos me queda el consuelo de que frente a ellos, hay una minoría capaz de comprender lo que es el sexo y defender en este campo su dignidad y su libertad.