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sábado, 30 de noviembre de 2013

Epílogo nocturno de una chica


“No había nada más fresco, más estilizado, más bonito que todas las partes del cuerpo de esta encantadora muchacha, no había nada más elocuente que la voz de sus pasiones, nada más lúbrico que su cabeza” (Juliette-El marqués de Sade)

Últimamente tengo la mala costumbre de llevar una vida prusiana llena de orden y madrugadoras jornadas; pero las pequeñas anécdotas de la vida, me hacen recordar que el placer y el sexo no se detienen fuera de la monacal existencia que cada cual puede disfrutar o padecer.
Me gustaría señalar que este sábado a las nueve de la mañana estaba despertando junto a un cálido cuerpo desnudo de mujer, preocupado por si las fresas con champagne del desayuno estarían o no en su óptimo punto ; pero la realidad es que a esa hora, me encontraba pasando frio en una solitaria parada de autobuses. En esa tesitura fue cuando el epílogo de una noche se cruzó en mi camino.
Al fondo de la solitaria avenida intuí una figura de mujer que en el desolado vacío existente llamó inmediatamente mi atención; poco a poco aquella mujer se fue haciendo más presente al irse aproximando hacia donde yo me encontraba. Pronto detecte que aquella chica no estaba iniciando su jornada sino más bien terminando su historia nocturna.
No hace falta ser Sherlock Holmes para entender que aquella mujer estilizada de tez morena, ataviada con un elegante vestido de encaje “blanco crudo”, resultaba extemporánea en aquel lugar. Nadie lleva una indumentaria sofisticada propia de una salida nocturna por la mañana, salvo claro está ,que no se haya podido poner otra cosa o esté en el epílogo de esa noche.
Como aquella aparición cada vez estaba más cerca, me dispuse en lo posible a disimular mi atención hacia ella ya que uno puede ser “prusiano” pero también cumplir las normas de urbanidad. Para mi sorpresa, nada más llegar a mi lado, la chica me hizo una pregunta prosaica pero a la vez muy clasificadora de dónde venía y a dónde iba.
__ ¡Hola!, buenas. ¿No sabrás el número de un taxi?
Con rapidez reaccioné, recordando que como “hombre precavido”, llevo almacenado en el móvil el número de una empresa de taxis.
Cuando le dí el número, inmediatamente hizo uso de él y para mi desgracia en apenas un minuto, aquella valquiria nocturna se montó en un taxi y desapareció para siempre; y allí me quedé yo, pasando frio, esperando el maldito autobús y embarcado en mis calenturientos pensamientos.
Aquella chica parecía tener mucha prisa, sin duda la mañana la había mostrado que no solo a Dinio “la noche le confunde”. Razones muy poderosas deben llevar a una dama a lanzarse tan de mañana a la calle en busca de un salvador taxi que la haga retornar a su hogar.
Si había pasado la noche con alguien, deducción que yo suscribo, es evidente que ese alguien o no era una caballero, o simplemente aún estaba dormido. ¿No es lo más propio llamar a un taxi desde la casa donde se está?. Si una mujer pasa la noche en mi casa, con independencia de como hayamos ocupado esa noche, la mínima cortesía obliga a ofrecer un desayuno o  llamar a un taxi.
La experiencia propia que aplico al caso, fue la ocasión en la que me desperté con el sonido de la puerta de la calle cerrándose, anunciando la escapada de la compañía nocturna.
Suele pasar que la luz de la mañana, al levantar el velo de la noche, nos desvela también los aciertos y los errores; aquella mujer de hermosas piernas y pelo negro algo alborotado, cuando tomo el taxi, voló feliz hacia la libertad de saberse fuera del alcance de los actos de la noche de viernes.
Siempre me ha fascinado ese momento en las mañanas de los fines de semana en los que confluyen en un mismo tiempo y espacio dos planos existenciales completamente opuestos: el de los trasnochadores y el de los madrugadores.
El autobús y en mayor medida el metro, son lugares donde se ve claramente como unos regresan y otros van; dependiendo de las circunstancias, a uno le gustaría estar en una posición u otra ya que ir y venir a la vez es solo posible en estado de piltrafa humana.
La chica que inspira el presente post era sin duda un hermoso búho capaz de calentar la imaginación de esta alondra mientras especulaba sobre: ¿cómo pasan estos búhos la noche?.
La noche es siempre un tiempo mágico y por eso me fascina, pues si la vida no tiene magia... ¿es vida?

2 comentarios:

  1. Siempre brillante en tus reflexiones y con una sinceridad que se agradece.
    Besos.

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  2. Precioso, delicado y elegante escrito.
    Un saludo.

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