“Cuanto más pequeño es el bosque, más grande parece la liebre”
(Proverbio)
Hay ocasiones en las que los acontecimientos en la vida de las
personas públicas nos muestran de forma ejemplar la realidad social
que vivimos.
Hace mucho que vengo señalando que en el tema sexual la
sobre-saturación de información y extensión descontrolada de
connotaciones sexuales a todos los ámbitos de la vida no solo no
está “normalizando” la sexualidad y logrando un alto grado de
cultura sexual, sino por el contrario nos está sumiendo en la más
banal y prosaica ignorancia.
Desde mi personal punto de vista, una menor embarazada es la muestra
evidente del fracaso rotundo de la educación afectivo-sexual que ha
recibido esa niña. Una menor puede y debe experimentar su sexualidad, pero debe aprender a tomar responsabilidades sobre la misma y saber
controlarla.
Parece que el caso de la hija de Isabel Pantoja y su embarazo
conformarán un caso paradigmático de como la sociedad española y
la juventud en particular, viven el sexo y los efectos que ello
tiene.
Es claro que la mayor parte de la juventud vive el sexo de una forma
sana, libre y placentera; pero no es menos cierto que cada vez son
más comunes los embarazos en adolescentes y si no vivimos un
autentico “baby boom” es por el uso anticonceptivo que se está
haciendo de métodos abortivos empezando por la archifamosa “píldora
del día después”
Un anticonceptivo como su nombre indica es un método que previene la
concepción, los demás métodos señalan el fracaso de estos y la
necesidad de tomar medidas excepcionales que eviten “males mayores”
Todos estamos expuestos a que un día se nos rompa el condón en
plena faena y por eso esta bien poder acudir a soluciones de
emergencia; pero hoy en día se a extendido entre nuestros
adolescentes y jóvenes de que el sexo sin protección es
perfectamente aceptable pues se puede acudir al medio de “emergencia”
como si este fuera el método normal.
No se nos puede escapar además el importante matiz de que los
preservativos no solo son eficaces para prevenir embarazos no
deseados, sino que además protegen de infinidad de enfermedades de
transmisión sexual (ETS), elemento este que no acontece con la
píldora del día después.
Las “medidas excepcionales” deben de ser usadas de forma
excepcional, pues de lo contrario estaremos caminando por el
peligroso sendero de la ignorancia que lleva a resultados
arbitrarios.
Lamentablemente en el campo sexual como en otros muchos ámbitos de
la actual sociedad pos-moderna, la gente está perdiendo todo interés
por los medios asumiendo el “todo vale” en relación con los
fines.
Lo mejor de la intelectualidad occidental, durante siglos, a tratado
de analizar y comprender la conducta humana y establecer los medios
adecuados para lograr los fines que se proponían; la religión
también asumió este elemento como necesario aunque invalidando
acciones sobre la más que dudosa base de la superstición.
Pero nuestro tecnologizado mundo, sobre la base del relativismo moral
e intelectual nacido del sueño de la razón que aconteció en el
SXX, solo valora ya los fines con una visión muy estrecha de las
cosas. ¡Qué lejos está el vacío hedonismo de nuestros días en
relación que el antiguo epicureismo!
¿Todo esto es posible deducirlo del embarazo de una adolescente hija
de una famosa?. Es evidente que no, pero no lo es menos que los
“famosos” siempre han sido ejemplo y modelo de la gente común,
que aspira a iluminar sus grisáceas vidas interesándose por las de
los que cree más importantes. Algún día escribiré sobre el
fenómeno “Belen Esteban” que lejos de ser una frivolidad, es
digno de todo un tratado sociológico.
Nuestra sociedad lleva décadas conviviendo con el problema de los
embarazos de adolescentes, pero hoy, gracias a esta muchacha famosa,
el problema se presenta a la luz pública más allá del morbo y la
anécdota.
Aún conservo la esperanza de que nuestra sociedad sea capaz de
regenerarse y educar a la juventud dentro de la libertad que
necesariamente lleva a la responsabilidad. El sexo, no solo es
placer, es también responsabilidad y precisamente cuanto más se
hace uno responsable de sus actos, más lejos puede llegar en el conocimiento y por lo
tanto, más placer puede obtener.
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