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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Isabel Pantoja y su hija embarazada

 “Cuanto más pequeño es el bosque, más grande parece la liebre” (Proverbio)

Hay ocasiones en las que los acontecimientos en la vida de las personas públicas nos muestran de forma ejemplar la realidad social que vivimos.
Hace mucho que vengo señalando que en el tema sexual la sobre-saturación de información y extensión descontrolada de connotaciones sexuales a todos los ámbitos de la vida no solo no está “normalizando” la sexualidad y logrando un alto grado de cultura sexual, sino por el contrario nos está sumiendo en la más banal y prosaica ignorancia.
Desde mi personal punto de vista, una menor embarazada es la muestra evidente del fracaso rotundo de la educación afectivo-sexual que ha recibido esa niña. Una menor puede y debe experimentar su sexualidad, pero debe aprender a tomar responsabilidades sobre la misma y saber controlarla.
Parece que el caso de la hija de Isabel Pantoja y su embarazo conformarán un caso paradigmático de como la sociedad española y la juventud en particular, viven el sexo y los efectos que ello tiene.
Es claro que la mayor parte de la juventud vive el sexo de una forma sana, libre y placentera; pero no es menos cierto que cada vez son más comunes los embarazos en adolescentes y si no vivimos un autentico “baby boom” es por el uso anticonceptivo que se está haciendo de métodos abortivos empezando por la archifamosa “píldora del día después”
Un anticonceptivo como su nombre indica es un método que previene la concepción, los demás métodos señalan el fracaso de estos y la necesidad de tomar medidas excepcionales que eviten “males mayores”
Todos estamos expuestos a que un día se nos rompa el condón en plena faena y por eso esta bien poder acudir a soluciones de emergencia; pero hoy en día se a extendido entre nuestros adolescentes y jóvenes de que el sexo sin protección es perfectamente aceptable pues se puede acudir al medio de “emergencia” como si este fuera el método normal.
No se nos puede escapar además el importante matiz de que los preservativos no solo son eficaces para prevenir embarazos no deseados, sino que además protegen de infinidad de enfermedades de transmisión sexual (ETS), elemento este que no acontece con la píldora del día después.
Las “medidas excepcionales” deben de ser usadas de forma excepcional, pues de lo contrario estaremos caminando por el peligroso sendero de la ignorancia que lleva a resultados arbitrarios.
Lamentablemente en el campo sexual como en otros muchos ámbitos de la actual sociedad pos-moderna, la gente está perdiendo todo interés por los medios asumiendo el “todo vale” en relación con los fines.
Lo mejor de la intelectualidad occidental, durante siglos, a tratado de analizar y comprender la conducta humana y establecer los medios adecuados para lograr los fines que se proponían; la religión también asumió este elemento como necesario aunque invalidando acciones sobre la más que dudosa base de la superstición.
Pero nuestro tecnologizado mundo, sobre la base del relativismo moral e intelectual nacido del sueño de la razón que aconteció en el SXX, solo valora ya los fines con una visión muy estrecha de las cosas. ¡Qué lejos está el vacío hedonismo de nuestros días en relación que el antiguo epicureismo!
¿Todo esto es posible deducirlo del embarazo de una adolescente hija de una famosa?. Es evidente que no, pero no lo es menos que los “famosos” siempre han sido ejemplo y modelo de la gente común, que aspira a iluminar sus grisáceas vidas interesándose por las de los que cree más importantes. Algún día escribiré sobre el fenómeno “Belen Esteban” que lejos de ser una frivolidad, es digno de todo un tratado sociológico.
Nuestra sociedad lleva décadas conviviendo con el problema de los embarazos de adolescentes, pero hoy, gracias a esta muchacha famosa, el problema se presenta a la luz pública más allá del morbo y la anécdota.
Aún conservo la esperanza de que nuestra sociedad sea capaz de regenerarse y educar a la juventud dentro de la libertad que necesariamente lleva a la responsabilidad. El sexo, no solo es placer, es también responsabilidad y precisamente cuanto más se hace uno responsable de sus actos, más lejos puede llegar en el conocimiento y por lo tanto, más placer puede obtener.

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