Llevo tiempo queriendo escribir sobre este nuevo concepto
sexual que ha saltado a la palestra pública
a raíz del “affaire” de la concejala Olvido Hormigos y la difusión de su
video erótico.
Es curioso que al principio el termino sexting se aplicara a
la los mensajes de texto de contenido sexual, para después conforme evolucionó
la técnica, pasar a denominar el envió
de fotos y vídeos.
La modernidad pone en nuestras manos cosas que hace años
eran impensables o de complicada ejecución. Por ejemplo, el simple hecho de
tener una foto desnudo/a antes de la aparición de las cámaras digitales
obligaba a pasar la foto por la vista indiscreta del operario de la tienda de
revelado.
Yo mi primera foto tal cual Dios me trajo al mundo me la
pude hacer gracias al regalo navideño de una cámara Polaroid.
Hoy no hay más limites que los que cada cual ponga, es ese
el peligro que se corre, pues como suelo decir, la libertad hay que saber
usarla ya que de lo contrario, puede llevar a más problemas de los apetecibles.
No voy a negar que puede ser muy excitante tener una foto de
tu “chica” o de tu “amiga” desnuda o en poses sugerentes, o incluso tener un video
en el que se inmortaliza una noche de “pasión y lujuria”, pero eso es lo
complicado; la vida es un constante fluir y la que hoy es tu fiel amante,
mañana puede ser tu más cruel enemiga.
Yo comparo la situación actual con la que se daba en los
siglos XVIII y XIX con la correspondencia epistolar entre amantes. En aquel
tiempo que una carta se hiciera pública representaba, sobre todo para la mujer,
una auténtica tragedia, de forma que cuando una “relación” se malograba la
aptitud más caballerosa por ambas partes era la destrucción o la devolución de
las comprometedoras misivas.
Eliminadas las pruebas de lo que había sido, ya no cabía
posibilidad de caer en la tentación de ponerlas en circulación. Evidentemente
muchas veces esto no se hacia y aparecían chantajes y venganzas de lo más
mezquinas. ¿A alguien le suena esta historia?
Pasan las épocas pero como dice la máxima latina: “Nihil sub sole novum”
Ahora chantajes, venganzas y demás historias se suceden a
costa de excitantes momentos inmortalizados para siempre en un móvil, en una
web-cam o en una cámara digital.
El Sexting resulta muy excitante, pero el riesgo que supone
realizarlo es más que alto. Yo me puedo acostar con “Futanita”, pero eso queda
entre “Futanita” y yo, quedando almacenado en nuestros recuerdos. Pero si lo
gravo y me interesa, el mundo entero
puede ser testigo de ese suceso, que “a priori” solo a mi y a ella interesa.
Me acuerdo que antes cuando se salía de fiesta, los
recuerdos de aquellas noches locas, quedaban para los presentes, mientas que
ahora siempre hay alguno dispuesto a aprovechar al coyuntura y dejar constancia
gráfica de lo que no interesa a nadie.
Tenía pensado dar algunos consejos prácticos al respecto del
uso del sexting pero el principal es que puesto que no sabemos donde estaremos
mañana, es mejor prevenir que curar. Solo si se esta muy seguro de la otra
persona puede uno arriesgarse a practicar este excitante juego. Cuando hablo se
“seguro”, no me refiero a que la relación con esa persona, sea la que sea, este
consolidada pues eso nunca es seguro, sino en que se puede confiar en la
rectitud de esa persona ejemplificada en que destruirá realmente el material
enviado si se lo pedimos.
La antiguas cartas al estar escritas de “puño y letra”
tenían la ventaja de ser “incopiables” mientras que con nuestra técnica, uno
con un clip de ratón puede tener las copias que quiera de lo enviado.
Yo desde luego no se si de ese “agua beberé”, pero trataré
de evitarlo pues veo en ello muy poco placer en comparación con los
inconvenientes que nos pude ocasionar un momento de excitación.
Una opción es que lo que se envíe no nos identifique
pues resulta curioso, pero es más
comprometedor una pose erótica en la que no se enseña nada, que por ejemplo
hacerse una foto solo de los genitales y mandarla; una polla o un coño no
identifican a nadie a nivel general mientras que un rostro, siempre.
Un elemento importante es que, si no tenemos especial
interés por el sexteo, es bueno que no provoquemos al otro para que la
practique para nosotros.
Otra consideración es que si cada cual tiene material
comprometedor, ambos materiales se anulan ya que si alguien hace uso impropio
de ellos, el otro podrá también hacerlo del suyo. Esta bien confiar en la otra
persona, pero da más confianza disponer de sus mismas armas en caso de
necesidad, ya que de lo contrario, uno se encontrará en franca desventaja.
En este sentido, veo aún mucho machismo rancio, pues si se
ve en un vídeo a una pareja practicando
sexo, el tío que sale suele ser visto como un “machote” y la tía como una
“puta”. Simplemente creo que es por eso por lo que los tíos siempre son más
proclives a enseñar esos vídeos y fotos que las chicas; al menos a nivel
general.
En fin, se me quedan muchas consideraciones en el aire
respecto al sexting o sexteo, pero creo que en lo fundamental he desarrollado
mis pensamientos sobre esta práctica sexual de nuevo cuño e imparable
desarrollo.
Qué bien te expresas jodido!
ResponderEliminarHa sido interesante como todo lo que escribes.
Besos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo.
ResponderEliminarLo que hoy es el paraíso mañana puede ser el infierno.
Mejor no dejar evidencias.
Besos