“El té despierta el
pensamiento, refresca el cuerpo y calma los nervios. Cuando estás
deprimido, el té devuelve fuerza y coraje” (Tsing-Nung)
Llevo mucho días
queriendo escribir algo, pero como suele suceder a los que caminamos
por los impulsos del espíritu, cuando las Musas de la inspiración
nos son esquivas, no somos capaces ni de escribir dos malas frases.
Pensaba escribir sobre Gandía Shore o sobre sujetadores y pechos, pero solo encuentro
inspiración en la taza de té que tengo ante mi. No es raro que en
los inicios del año suframos una especie de “crisis existencial”
en la que muchas de las cosas, que hasta ahora pensábamos como absolutas,
de pronto se desmoronan victimas de un relativismo también absoluto.
Si uno es lo que piensa y
cree, es inevitable considerar que una crisis en los pensamientos y
en los valores conduce inexorablemente a lo que podíamos considerar
una “crisis existencial” de la escala de los valores que ponemos
en cuestión.
Cuando el mundo en cierta
forma se está marchando a la mierda, toca quizás buscar la tabla de
salvación en el propio interior de la persona y comenzar una vez más
la construcción de un nuevo edificio de ideas y valores con los
restos de los antiguos principios.
En esta tarde un tanto
filosófica quiero “despertar el pensamiento” de forma que en las
ruinas de mis ideas y en mi inspirado bloqueo, no me queda otra que
disfrutar de una humeante y deliciosa taza de té. Una simple taza de
té en la que poder dar a los sentidos entretenimiento y a la mente
calma.
¡Cuantos problemas nos
evitaríamos si antes de actuar de forma completamente alocada e
instintiva decidiéramos detenernos, calentar agua y disfrutar de 15
minutos de calma!
Una de las plagas de
estos tiempos modernos es la de la prisa, las personas tienen tanta
prisa que al final se convierten en mecanos tontos al compás de
relojes digitales; si al menos tuvieran relojes de cuerda como los
del “conejo de Alicia en el País de las Maravillas” algo de
imprecisión e imaginación conservarían.
No hay tiempo para comer,
para hablar, para quedar con amigos, todo es apresurado rápido para
“aprovechar el tiempo” para no vivir en definitiva.
Así pues, invito al
lector a compartir el presente té que ya esta listo para ser servido
y disfrutar de un momento de intimidad en la charla de la verdad; la
que siempre se tiene con uno mismo.
Buscamos desaforadamente
la felicidad, luchamos con todas nuestras fuerzas para alcanzarla
pero... es cuando nos detenemos cuando somos felices.
En cada sorbo de mi té
“Earl Grey” puedo encontrar el recuerdo de los besos pasados y el
deseo de los besos futuros, el aroma del deseo y del amor y por unos
instantes, en la calma del espíritu, soy verdaderamente feliz.
Con el último sorbo se
que el reloj volverá a correr, que la realidad volverá para
quedarse y sin embargo, una enigmática sensación de sosiego
permanecerá en mi hasta el desconocido e incierto día de mañana.
Parece que hoy a todos les ha dado por encontrar esa felicidad, esa misma que cuando estás a punto de tocar, se escapa de entre los dedos, ésa que un día es la felicidad suprema pero al siguiente la tristeza infinita, ¡cuán dichosos son quienes se empapan de ella!
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